María
Soliña
María Soliña es conocida en Galicia por ser una bruja que nunca lo fue.
La historia de María Soliña comienza en 1617 cuando tenía 72 años y los turcos atacan Cangas del Morrazo En este asedio perdió a su marido, hermano y sobrino. Dicho acontecimiento la hizo heredera de todos los bienes de la familia, los cuales, después de toda la destrucción causada por el ataque, era una cuantiosa cantidad conseguida gracias a los negocios de la pesca. Dichas riquezas hicieron crecer enemistades vecinales, políticas y eclesiásticas.
Para gestionar el duelo de la
perdida de toda su familia y su incipiente depresión, María Soliña paseaba por
la playa sola con la esperanza de la vuelta de sus seres queridos. Esta
actuación dio la excusa perfecta a sus vecinos para acusarla ante el tribunal
de la Santa Inquisición de ser “Meiga”, nombre dado a las personas que ejercían
el curanderismo.
María Soliña es detenida a los
72 años, primero por la justicia ordinaria para ser torturada y confesar ser
bruja, para más tarde, ser juzgada por el Tribunal de la Santa Inquisición y ser
sometida nuevamente a martirio. Fue acusada de ser responsable de todos los
males que ocurrían en la zona (tormentas de granizo, animales que enfermaban, niños
y madres que morían en el parto, etc.) y condenada al San Benito, el destierro
y la pérdida de todos sus bienes. El final de María Soliña no se sabe con
certeza, se baraja su muerte en prisión.
En el siglo XVII si eras mujer
y pobre lo pasabas mal, pero si eras mujer, rica y no había un hombre a tu lado,
lo pasabas peor. Esto es lo que le ocurrió a María Soliña, los vecinos no podían
aceptar que una mujer que vivía sola pudiese ser la dueña de toda la fortuna
que poseía, por lo cual hicieron lo posible por despojarla de todas sus
riquezas y vilipendiarla y acusarla de lo que fuese. Aprovecharon su depresión
por haber perdido a toda su familia y sus caminatas nocturnas por la playa para
acusarla de bruja aunque ella jamás había estado interesada en el curanderismo,
botánica etc.
La Iglesia trató a las brujas
como las mujeres del saco o las responsables de todos los males que ocurrían en
la comunidad. Pero es todo lo contrario, las brujas, hechiceras o “meigas” eran
mujeres con un impresionante conocimiento en botánica que creaban toda clase de
ungüentos o medicinas para sanar a las personas que acudían a ellas, el problema
era que este oficio únicamente estaba reservado a los hombres y a ellas no se
les permitía utilizar este conocimiento y quien lo ejercía era acusada de
brujería. Muchas de ellas eran acusadas por los propios vecinos a los que
habían curado y sometidas posteriormente a las peores torturas simplemente por
ayudas a sus semejantes.
María Soliña es actualmente un
icono reivindicativo del empoderamiento femenino y un claro ejemplo de la
locura y del miedo que utiliza la gente para destrozar la vida y enriquecerse a
costa de los demás sin importar el daño que puedan hacer.
Pero, María Soliña no era
curandera ni bruja, simplemente una vecina más de Cangas a la cual la vida le
dio una familia y riquezas que al final los turcos primero y después los
envidiosos al final le arrebataron todo.
En 2017, en Cangas se erige
enfrente al ayuntamiento una fuente y una escultura de María Soliña y
anteriormente un instituto de la localidad es bautizado con su nombre. Todos
los años, a finales de Septiembre la localidad rememora los acontecimientos de
María Soliña con actuaciones teatrales por la Villa.
María Soliña es la abanderada
y representante de todas las brujas (“meigas” en gallego) aún sin haber sido
bruja, una palabra con estigma de maldad que está muy dentro del inconsciente
colectivo que en su momento creó un gran daño y dolor a gran cantidad de
mujeres por toda Europa, simplemente por el hecho de ser grandes conocedoras de
la medicina natural.
La brujería es un patrimonio
cultural de nuestra historia y María Soliña es la bruja por excelencia en
nuestro país.
Fuentes: La Rosa de los Vientos
de Onda Cero (Sección: Mujeres con Historia de Silvia Casasola, historia de Manuel Carballal)
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